"Sólo hay que saber aprovechar el momento. Tenés que ser conciente de que aquello que comenzó, en algún momento terminará. Todo tiene su fin..."



Y tus propias palabras me dan fuerzas para seguir
Gracias...

Recomiendo Olvidar

Caminar lentamente sobre el asfalto helado, me causaba indiferencia. La musica hasta el máximo me irritaba los odios pero es medicina para tanta soledad. Las ojas crispaban al caer sobre el montículo ya acumulado. Lentamente, caén, como ajenas a aquel vínculo que las arropó durante varias estaciones. Eran casi las cinco y el sol comenzaba alejarse de lo que seria: la tarde. Se ponía en mi horizonte provocando en el cielo un tinte casi anarajando especial para una fotografia con brisa otoñal.
Atravezando cuadras, sin rumbo alguno, me sentía alejada de la sociedad pero a la vez tan cerca. Pasar al lado de una persona no me resulta un problema, la esquivo con un vainven de paso y mantengo la mirada pérdida hacía el frente. Tranquilamente puedo ignorar, no es cosa de otro mundo.
Sentí el olor de la humedad, el frío me crispaba la nariz y aquel viento solitario chocaba contra mis mejillas sonrojándome. La música avanzaba, las pistas se pasaban y los temas me emocionaban aún más. El paso tranquilo, la mente despejada y el corazón en calma.
Aún así algo me inquietaba, no se si era que ya no estabas a mi lado, no se sí era mi falta de consideración, el haberte dejado así y que ahora seas tan lejano me causaba molestía. Núnca estuvimos cerca, pero tampoco estuvimos alejados, eramos realmente objetivos. Suponer que en algún lugar te encontraría nuevamente me daba ansías, era como un motor para mi accionar. Igualmente los recortes que he hecho conmigo siempre me atormentan, tú has sido uno de ellos, debo admitirlo.
Seguí caminando, un poco más acelerada que lo normal, creía que por alguna de esas casualidades algo me esperaba en mi destino. Nuevamente me equivoque, acaso creí en la cura.
Al cruzar una de esas esquinas donde el viento remolinea haciéndome fruncir el ceño, ví casí fugaz tú reflejo en la esquina continúa. Estabas parado, como esperando que la vida te golpee para así poder seguir adelante, tenías los ojos pérdidos.
El sol ya casí se escondía y esa luz ¡Dios mio! te sentaba tan bien.
Siempre consideré que eras hermoso, todo lo tuyo tenía una explicación de ser, cada cosa se amoldaba con otra. Tú boca con tú nariz, tú nariz con tu ojos y así sucesivamente hasta recorrerte completamente.
El verte ahí fue como un golpe a mi sensibilidad, comencé a palpitarme y las manos me sudaban. Estuve inmóvil unos minutos y tú también.
Tú pérdido en la locura y, yo pérdida en vos. Afronté la realidad, y cruze la calle, esperando tu encuentro. Cómo cayendo de un abismo, volteaste hacía mí. Te miré para no perderte nuevamente y me observaste sorprendido.
Los meses habían transcurrido y nosotros perdimos el contacto.
Pareció eterno ese momento de contemplación mutua. Entonces saliendo de mi trauma, te dije casi susurrandote: hola...
Tú contestación no fue instantánea y te costó modular esa simple palabra. Cuando por fin el saludo fue realizado me apresuré a acercarme a tí. Estabamos cerca, te sentí respirar toscamente.
La altura no era la misma, asi que me estire y te tomé del rostro con ambas manos. Te besé con cautela la mejilla helada y sentí que mi corazón salía de mi pecho. No dijimos nada, estuvimos así un largo tiempo. Te solté, como dólida, y me alejé unos pasos. Te miré a los ojos con tristeza, sabía lo que ocurría y debía alejarme. Tú bajaste la mirada, como escapando de mí. La verdad se estaba poniendo en mi contra y si seguía allí ella saldría triunfante. Comenzé a caminar, y di vuelta sobre mi hombro para observarte por última vez. Tú ya te habías volteado, evitándome.
Calzé los auriculares en mis oidos, la música siguió su ciclo y la canción estaba por la mitad. Sonreí un momento para evitar el odio y me remití a olvidarte.